jueves, 25 de diciembre de 2008

Dostoieski según Hermann Hesse


Sobre Dostoievski no hay nada nuevo que decir. Lo que puede decirse de inteligente y acertado sobre él, ya ha sido dicho, fue todo una vez nuevo e ingenioso y ya está pasado, mientras que la figura querida y terrible del escritor se nos aparece siempre rodeada de misterio y enigma cuando en momentos de desamparo y recogimiento acudimos a él.
El burgués que lee «Crimen y castigo» y que echado en el sofá extrae un agradable escalofrío de este mundo fantasmagórico, no es el verdadero lector de este escritor, tan poco como el erudito y sabio que admira la sicología de sus novelas y escribe buenos ensayos sobre su visión del mundo. Tenemos que leer a Dostoievski cuando nos sentimos afligidos, cuando hemos sufrido hasta el límite de nuestra capacidad de sufrimiento y cuando sentimos la vida como una sola herida ardiente abrasadora, cuando respiramos desesperación y hemos padecido muertes de desesperanza. Entonces, cuando miramos desde la miseria la vida, solitarios y paralizados y ya no la comprendemos en su crueldad salvaje y hermosa, y ya no queremos nada de ella, entonces estamos abiertos a la música de este poeta terrible y espléndido. Entonces ya no somos espectadores, no so mos sibaritas ni jueces, somos hermanos pobres entre todos los pobres diablos de sus obras, padecemos sus sufrimientos, contemplamos con ellos, fascinados y sin aliento, el torbellino de la vida, el molino eternamente moledor de la muerte. Y entonces oímos también la música de Dostoievski, su consuelo, su amor, sólo entonces experimentamos el maravilloso sentido de su mundo aterrador y, a menudo, tan infernal.
Dos fuerzas son las que nos conmueven en estas obras; del ir y venir y del contraste de dos elementos y polos opuestos crece la profundidad mítica y la impresionante amplitud de su música.
Uno es la desesperación, el sufrimiento del mal, la aceptación y el no oponer resistencia a toda la cruel y sangrienta brutalidad y ambigüedad del ser humano. Hay que padecer esa muerte, hay que pasar por ese infierno antes de que nos pueda alcanzar realmente la otra voz, la voz celestial del maestro. La premisa es la sinceridad, el descaro de la confesión de que nuestra existencia y humanidad son un asunto mísero, dudoso y quizás desesperado. Tenemos que habernos entregado al sufrimiento y a la muerte, toda la mueca terrible de la verdad desnuda tiene que haber helado nuestros ojos antes de poder entender la profundidad y verdad de la otra voz.
La primera voz afirma la muerte, niega la esperanza, renuncia a todos los eufemismos y alivios ideológicos y poéticos con los que acostumbramos a dejarnos engañar por poetas agradables sobre el peligro y el espanto de la existencia humana. La segunda voz sin embargo, la auténticamente celestial de esta obra literaria, nos muestra en el otro lado celeste un elemento distinto a la muerte, otra realidad, otra esencia: la conciencia del hombre. Es posible que toda vida humana sea guerra y dolor, infamia y atrocidad, pero además existe otra cosa: la conciencia, la capacidad del hombre de enfrentarse a Dios. La conciencia nos conduce también, a través del dolor y la angustia conduce a la miseria y la culpa, pero conduce fuera del absurdo solitario, insoportable, nos conduce a relaciones con el sentido, la esencia y la eternidad. La conciencia no tiene nada que ver con la moral, con la ley, puede llegar a establecer con ellas los antagonismos más terribles y mortales, pero es infinitamente fuerte, más que la inercia, que el egoísmo, que la vanidad. Muestra siempre, aun en la más profunda miseria, en la última confusión, un estrecho camino abierto, no de vueita al mundo consagrado a la muerte, sino por encima de él hacia Dios. Y el camino que conduce al hombre a su conciencia es difícil, casi todos viven siempre contra esa conciencia, se resisten, se cargan más y más, perecen de una conciencia asfixiada, pero a cada uno se le ofrece abierto más allá del sufrimiento y la desesperación, el callado camino que da sentido a la vida y hace ligera la muerte. Uno tiene que luchar y pecar contra su conciencia hasta haber pasado todos los infiernos y haberse manchado con todas las atrocidades, para por fin con un suspiro comprender el error y vivir la hora de la transformación. Otros viven con su conciencia en buena amistad, seres raros, felices e inocentes, y les suceda lo que les suceda, todo les afecta sólo desde fuera, nunca les llega al corazón, siempre permanecen puros, la sonrisa no desaparece de su rostro. Uno de esos seres es el príncipe Mishkin.
Esas dos voces, esas dos enseñanzas las he escuchado en Dostoievski en los tiempos en que fui un buen lector de sus libros, en las horas en que la desesperación y el sufrimiento me habían preparado. Hay un artista con el que he experimentado algo parecido, un músico al que no amo ni quiero escuchar siempre, así como tampoco quisiera leer siempre a Dostoievski. Es Beethoven. El tiene ese conocimiento de la dicha, la sabiduría y la armonía que no encontramos en caminos fáciles, que sólo resplandecen en caminos que bordean los abismos, que no alcanzamos con una sonrisa sino solamente con lágrimas, agotados por el sufrimiento. En sus sinfonías, en sus cuartetos hay pasajes donde entre tanta miseria y desamparo brilla algo infinitamente conmovedor, ingenuo y delicado, una intuición del misterio, una seguridad de salvación. Estos pasajes los encuentro de nuevo en Dostoievski.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Contratiempo


Está bien, yo la maté. Supongo que el haberlo hecho fue parte de algún simple proceso, o de una imaginación del pensamiento, quizás un suceso dentro de aquel laberinto de tiempo y confusión, una interminable franja de formales monotonías y agudas realidades. No lo sé.

Tendré que decir que la amaba, mi vida estaba tan llena de nada y a la vez tan llena de ella, su voz hacía eco en mi memoria y su figura era una imagen casi fotográfica dentro de la misma. Cinco años de ser vecinos y ella no lo sabía, bueno, no sé, tal vez lo sabía; creo que sí, lo que pasa es que ambos éramos tímidos…

-Jajaja

-Shh, por favor ¡cállese! ¿De quién se burla, de mí? Por favor, ya no me vea con esa cara de idiota y déjeme contarle, aunque creo que usted ya lo sabe; no importa, quiero hacerlo.

Ella era bella, podría decirse que era demasiado bella: sus ojos, su cabello, sus labios, su silueta; en fin. Se llamaba Aurora o quizás María, tal vez Rocío; no lo sé, nunca lo supe, prefiero no saberlo, creo que así es más fácil olvidarla; me hizo mucho daño y por eso pasó lo que tenía que pasar. Yo no podía vivir sin ella, teníamos que estar juntos. Nadie la iba a amar como yo la amé; nadie, absolutamente nadie.

Todos los días se despertaba a las cinco de la mañana, yo en cambio, me despertaba quince minutos antes; tenía que observarla. Una hora más tarde ella estaba en su trabajo: una modesta e ignorada librería en el centro de la ciudad; - allí nos conocimos- no había día que yo no frecuentara dicho lugar, ella siempre me atendía, se sonreía conmigo, me observaba fijamente, a veces con curiosidad. ¿Por qué se ríe? No lo entiendo, por favor deje de joder y escuche. Sí, me miraba fijamente con esos ojos que aman, yo también me detenía a observarla, aunque mi tímido actuar me obligaba a bajar la mirada rápidamente. Siempre que podía comprar un libro lo compraba, eso sí, tenían que ser de los mismos autores de siempre: Panero y Dostoievski. Podría decir que compré todos los libros de estos dos autores, claro, algunos libros los compré más de una vez, por ejemplo: Poemas Del Manicomio De Mondragón y Crimen y Castigo. Los compré quince veces cada uno, todo por verla… (Profundo silencio)

Al salir de la librería avanzaba de forma acelerada recorriendo dos cuadras; me encontraba en el parque central de la ciudad, aquel sitio infectado de algún tipo de especulación colectiva, el típico y empobrecido panorama de una ciudad enmudecida. Podía observar cuantas mujeres quisiera, pero ninguna me llamaba la atención; sentía los esporádicos brotes de melancolía en los ojos de algunas y en otras era evidente el paroxismo de los amores que nunca entendían; todas caminaban al son de un mismo ritmo marcial, nunca traicionaban su camino, sus pasos se marcaban con la monótona y resonante precisión matemática de todos los días.
Nadie era igual a ella, definitivamente se había adueñado de mí.

Al abandonar las transitadas calles de mi ciudad emprendí el regreso a casa (una horrible pocilga de arcaica estructura, tejas semi uniformes, paredes picadas y extorsionadas por la variedad de grafiti que algún artista callejero habría plasmado, ventanas selladas con reglas de madera carcomida ,y un fétido olor a excremento), mi bella casa, el palacio donde concurre mi soledad, mi bien acomodada posada de fina estructura, tejas uniformes y paredes blanqueadas, objetos de finísima porcelana y generoso olor a pino. Regresaba a la misma hora de siempre, cuando mi reloj contabilizaba las dos de la tarde; subía hasta mi habitación, bueno, realmente todas eran mis habitaciones, la casa era completamente mía. Al entrar a la habitación lo primero que hacía era recostarme sobre una confortable cama, escuchar música de Enrique Bumbury, y leer los poemas adheridos a la pared que en honor a ella habría escrito. Tenía que esperar cuatro horas para lograr verla de nuevo, mientras tanto me miraba al espejo buscando la mejor pose con la cual me podría presentar ; repetía , diseñaba y rediseñaba distintas frases que utilizaría en nuestra primera cita, redactaba cartas que algún día le entregaría, dibujaba su rostro en cualquier lado; sabes, mi habitación es muy artística (un pequeño cuarto asqueroso compuesto por un piso lleno de excremento, un colchón constituido básicamente por resortes donde frecuentan ratas e insectos, paredes repletas de dibujos sin forma y poemas sin lógica alguna; poca iluminación, espejos y pedazos de espejos por todos lados, una tina llena de orines, un cielo rasgado, una silla de plástico color blanco, papeles tirados a lo largo y ancho de la habitación, una caja llena de andrajos pestilentes , y restos de comida que se confundían con la materia fecal.), tendría que verlo ¡cuánto arte! ¡Cuánta manifestación artística en una sencilla habitación! claro, todo fue conformado por la sobresaliente creatividad de un gran artista, un gran poeta, sí, un gran artífice de aquellas manifestaciones desinteresadas y personales; un intérprete de lo real y lo imaginado, que con elementos plásticos, orgánicos, lingüísticos o sonoros, expresó a gritos su mundo.

- Mire sus ojos, todavía miran con amor, todavía sigue siendo bella; está más pálida, cada vez más pálida, sus pupilas se cristalizaron, sus labios son como glaciales, fríos ¡tan fríos!

- Jajaja

- ¡Ya no me vea así por favor!

Sí, el tiempo como de costumbre se consumía rápidamente; aquellas horas, minutos y segundos, eran tan sólo una crónica de mi vivir. Ya sólo faltaba media hora para su llegada, mientras tanto, yo leía algunos poemas de poetas de mi ciudad.
Las tareas vespertinas de siempre concluían con la entrada del crepúsculo; las arterias del tiempo aproximaban su llegada, entonces, tendría que arreglarme. – como todos los días- Me pondría mi traje color negro, zapatos de matices similares, peinaría mi cabello hacia atrás, bajaría de mi habitación hasta encontrarme en la puerta principal de mi palacio ; allí y justo a un extremo de la misma, guardaba un ramo de rosas, de color rojo y artificiales; claro, las recogía amacijando el ramo con ambas manos , posaba el mismo sobre mi pecho que se erguía con soltura , contenía la respiración y levantaba la mirada , luego exhalaba , retiraba mi mano izquierda para observar la hora que proyectaba el reloj (un vetusto objeto sujeto a la muñeca por un conjunto desquiciado de hules e hilos, conformado por un par de manecillas muertas; números dibujados con marcador y ordenados de forma absurda e incoherente), faltaban diez minutos para su llegada, para entonces yo la esperaría bien arreglado y como siempre , tras la puerta.

Al fin llegó; yo la observaba por la ventana a la cual me había movilizado, sabía que era ella quien llegaba al barrio, escuché los silbidos y la variedad de piropos que la multitud masculina pregonaba; vaya que era linda, todos lo sabían. Durante ese breve momento en el cual se dirigía hacia su casa yo estiraba la mirada para observarla y no perderla ni un instante, me detenía en su melódico andar, en sus caderas y sus bien torneadas piernas, en su cabello y en su rostro enamorado; la observaba hasta que se perdía, hasta aquel momento en que entraba y se refugiaba en aquel amasijo de piedra, madera y cemento. Así de sencillo, breve, y preciso; sí, eso era todo, lo mismo de siempre, la misma rutina, la misma escena.

- lo mismo, lo de siempre, hasta aquel día.

- ¿qué día?

Después de verla entrar en su morada y como en otras ocasiones, suspiraba, me llenaba de nervios, fui un péndulo entre el hecho de quedarme en casa y el salir, visitarla y platicar con ella, pero bueno, volvió a suceder, el miedo encadenó mis decisiones…

- ¿cuál miedo?

Otra vez me quedé observando las calles vacías, las paredes silenciosas y su ausencia. ¡Pero llegó él¡ lo vi y creía que era su hermano o tal vez su primo , quizás un familiar que hace tiempo no veía, no, ¡no! ¡No, no, no, no! era él, estaba vestido con un traje color negro, zapatos de matices similares, se peinaba hacia atrás, cargaba consigo un ramo de rosas color rojo que por supuesto no eran artificiales, no tendrían que ser artificiales porque seguro las entregaría ¡sí! ella salió, lo recibió con un beso y este le entregó el ramo de rosas, luego lo invitó a entrar y él accedió. Enloquecí, mis ojos giraban convulsivos, mi ritmo respiratorio se exaltaba con violencia, mis manos temblaban llenas de furia; corrí despavorido en busca de ella, salté el muro que protegía su guarida infiel y una vez estando adentro escuché eso…

- Jajaja… ¿Qué escuchaste?

- ¿Qué escuchaste?

- ¡Si! ¿Qué escuchaste?

- eso… ¡sí! ¡eso!

Ah, ah, ah, ah… ¡si, si, si, sí!...uhmmm, ¡si!! Dale ¡ ah, ah, ah, ahuhmmm… ¡si, si, si¡ …

- ¡maldita!

Me encontraba de pie frente a la ventana de su habitación, estaba perplejo, completamente paralizado, mis ojos se derretían ¡me fue infiel! ¡Dejó de amarme ¡dejó de ser ella!¡cómo lo pudo hacer!...
Sólo esperé que terminara aquel cruel y desgarrador cuadro que a filo de alfiler hería alguna parte de mí, y cuando al fin concluyó me quité de la ventana recostando mi cuerpo sobre una pared, sonreí con una de esas sonrisas masoquistas, amortiguando el golpe; pasaron, no sé, tal vez veinte minutos, esos minutos ya no importan, ella se despidió de el y volvió a su habitación, yo me volví frente a la ventana de cristal del cuarto de sus infidelidades; la veía abrazar una almohada, cerrar los ojos y sonreír, ¡era tan cínica , tan falsa! Enfurecí, el vaivén de motivos justificó mi enojo, así que me lancé hacia ella ; me encontraba en su lecho junto a varios cristales esparcidos , tomé uno y lo adherí a mi mano derecha, la cual sangraba al oprimir el cristal; vaya que ella gritaba, lloraba, preguntaba y se quejaba: ¿Quién es usted?, ¿Qué le pasa?, por favor déjeme ,!Por favor ¡ !se lo suplico por el amor de Dios ¡ ¡Ja! Era una maldita mentirosa, como si no me conociera, ambos estábamos enamorados y ahora decía que no me conocía; eso me enojó aun más, así que la tomé del cabello y le dije que se callara, deslicé con suavidad mi mano sobre su cara, la miré a los ojos mientras esta lloraba, quise besar sus labios, pero no lo hice, en cambio besé su frente, despidiéndome de ella; luego hundí el cristal en su garganta removiéndolo de lado a lado; inmediatamente comenzó a temblar, su pulso se aceleró , la solté y cayó al suelo . Ya no gritaba. En cambio contraía el pecho y escupía sangre, me miraba a los ojos, esta vez yo no bajé la mirada; mis mejillas estaban cubiertas de lágrimas; me senté sobre su cama, la seguí viendo hasta que se paralizó, hasta que sus ojos miraron sin ella, la vi perderse, estaba allí, pero a la vez ya no estaba.
Yo no lo soporté; levanté la cabeza observando el cielo rasgado de la habitación, llevé mis manos hacia mis oídos, presionándolos para no oír nada ,cerré con fuerza los ojos; sentía fuertes y estridentes picotazos en el cerebro, escuchaba esas malditas voces gritar; abrí los ojos y experimentando algo similar a un efecto embrutecedor, comencé a ver borroso, fui presa de un mareo parecido a la embriaguez, mi visión del mundo y de aquella realidad se distorsionaba, todo comenzó a girar, mi corazón latía con desesperación; mis brazos, piernas y demás extremidades, temblaban.
La intensidad de todo aquello logró disminuir de manera paulatina, entonces fijé la mirada en el espejo que tenía frente a mí, y logré ver aquel ser tan horrible, tan aterrador y grotesco; lentamente subía mis manos hacia mi rostro, tocándolo y reconociéndolo; por algún motivo aquel ser desprovisto de belleza y hermosura, comenzó a hacer lo mismo.
Es difícil concebir dicho suceso, volteé mi atención hacia ella, la vi inerte, carente de sí, ausente en la trama del la vida y el tiempo.

- Aquí nacieron los días de siempre, y a decir verdad sólo han pasado cinco minutos.

Eran aquellos instantes los momentos más turbios y pesados de mí existencia, miré alrededor y observé los estantes llenos de libros de Panero y Dostoievski , luego me detuve en un libro que se ubicaba sobre una silla color blanco, el cual era una especie de antología dedicada a un grupo de jóvenes poetas de la ciudad; los discos de Bumbury estaban debidamente ordenados al igual que la ropa, aquella habitación era tan bella que aun con el piso manchado de sangre adquiría tintes muy estéticos; es extraño ,pero hay varios espejos y no sé si es la debilidad o algún tipo de delirio, tal vez alguna alucinación, pero escucho el bullicio de las ratas debajo de la cama y veo cucarachas sobre el colchón. Cada vez que miro hacia un espejo observo un rostro distinto, cada uno con sus propios ademanes y su voz; no importa, ella está muerta, la salvé de algún desquiciado o quizás de sí misma; estoy seguro que no es ninguna alucinación, siento que las cucarachas pasan por mis muslos y que alguna rata mordió mi tobillo; quizás ambos escapamos, no lo sé.

Está bien, yo lo hice. Supongo que el haberlo hecho fue parte de algún simple proceso, o de una imaginación del pensamiento, quizás un suceso dentro de aquel laberinto de tiempo y confusión, una interminable franja de formales monotonías y agudas realidades. No lo sé...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Agustín Fernández Mallo y Nocilla Dream.

«El deslumbramiento estético sólo se da ante situaciones y objetos que nos desenfocan la mirada establecida. Entonces es cuando se regenera un género, o lo que es lo mismo, aparece uno nuevo»
Entrevista: Iván Humanes Bespín
Reseña: Miguel Ángel Gara

Nocilla Dream es la primera novela del poeta Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967). Publicada en 2006 por la editorial Candaya, ha sido considerada como una de las mejores novelas del año pasado por los críticos de El Cultural, y la mejor según la revista literaria Quimera. Fue la primera entrega de su Proyecto Dream, que se completará con la edición de dos libros más: Nocilla Experience y Nocilla Lab. Desacostumbrados como estamos en este país a recibir y reconocer nuevos talentos, Fernández Mallo rompe con todos los tópicos literarios y se convierte en la excepción: ha sido avistado por los críticos y la calidad es lo que prima en su obra.

Iván Humanes Bespín: Nocilla Dream se abre con un prólogo de Juan Bonilla, y ahí se hace énfasis al desierto. ¿Es esta una novela repleta de desiertos? ¿Cómo explicaría la novela?
Agustín Fernández Mallo: Sí, quizá el desierto es la metáfora conductora. El desierto es un lugar de frontera, un límite entre lo orgánico y lo inorgánico, es decir, entre la vida y la muerte. Los personajes también están de alguna manera en un límite, en el de lo asocial, lo extraño. Es quizá una novela de fronteras (un poco a lo David Lynch), tanto físicas como simbólicas. Y esas fronteras se pueden articular tanto con referencias clásicas, como científicas o pop. Pero lo que más destacaría del libro es el tono poético y simultáneamente plano, casi periodístico, que tiene. Si yo no fuera poeta no podría haberlo escrito.

Iván Humanes Bespín: Nocilla Dream es fruto de un accidente: comenzó a escribirla mientras estaba en cama, al haber sido atropellado por una moto y romperse la cadera. ¿Qué elementos fueron los que influyeron en su escritura durante ese tiempo?
Agustín Fernández Mallo: Bueno, directamente, quizá el estar postrado 25 días en la cama de un hotel de Tailandia. Lo único que podía hacer es zapear por canales incomprensibles y escribir en cuanto papelito iba encontrando, facturas incluidas. Pero en realidad, todo eso ya estaba en mí, yo ya lo traía, porque reelaboro más con productos mentales que, aunque emanen de la realidad, son de “segunda generación”, que de la experiencia directa. De hecho, la novela es una muestra de mi empanada mental, no de mi realidad física.

Iván Humanes Bespín: ¿Qué es la “docuficción”?
Agustín Fernández Mallo: Una manera de articular una construcción: bebe del género documental pero también hay ficción en tanto ese documento es modificado. Creo que mi novela se ajusta bien a ese género. Es lo que hacen con sonidos los músicos cercanos al Dj cuando usan el sample.

Iván Humanes Bespín: Parafraseando un artículo que publicó en la desaparecida Lateral, ¿cree que es condición indispensable para la nueva novela, que lo menos obvio sea, precisamente saber que es novela?
Agustín Fernández Mallo: Esta pregunta me gusta, porque es algo que me parece fundamental. Cuando un género se establece totalmente, aparecen los tics, los amaneramientos, se agarrota, se esclerotiza por un exceso de colesterol en sus venas. El deslumbramiento estético sólo se da ante situaciones y objetos que nos desenfocan la mirada establecida. Entonces es cuando se regenera un género, o lo que es lo mismo, aparece uno nuevo.

Iván Humanes Bespín: La cultura pop y sus derivaciones está latente en sus páginas, ¿qué le aportan esas referencias? ¿No cree que la mayoría de escritores reniega de su “actualidad”?
Agustín Fernández Mallo: Bueno, eso me sale sin premeditación alguna. Aunque toda novela es una construcción, un artificio, es también un reflejo del autor. Es que mi mundo, lo que me estimula, es una resultante tanto del Equipo-A como de Cioran, pasando por la física o por Valente, o los chicles de fresa ácida y Sr. Chinarro. En ese sentido yo no diría tanto pop como sí ecléctico, un posmodernismo lioso y tardío. Y todo eso, tanto a mi obra poética como ahora a mi narrativa, le aporta una frescura que por lo que se ve muchos lectores echaban en falta. Pues lo celebro, pero no hay premeditación alguna.

Iván Humanes Bespín: ¿Cómo relaciona la física, su profesión, con la poesía y la narrativa? ¿La poesía es matemática?
Agustín Fernández Mallo: Es que para mí la física es un gran poema. No es la realidad si no una representación de la realidad, y como tal, es susceptible de ser tratada como ficción. A llegar a ese pensamiento me han ayudado pensadores como Rorty, Baudrillard o Félix de Azúa. Ahora bien, no creo que la poesía sea matemática. Más bien al contrario, la matemática es poesía.

Iván Humanes Bespín: ¿Cómo ha recibido la avalancha de críticas positivas sobre Nocilla Dream? ¿Cree que el éxito puede cambiar al escritor?
Agustín Fernández Mallo: Las he recibido con mucha tranquilidad y alegría. La gente de Candaya ha hecho un trabajo espléndido de promoción, un trabajo que ya les gustaría a muchas grandes editoriales, y me he sentido muy acompañado en todo. Y contestando a lo segundo, claro que el éxito cambia al autor, es natural y así debe ser, lo contrario es negar el propio hecho de la vida. La cosa está en si lo cambia para bien o para mal. Ahí cada uno ha de estar bien atento, y si comete un traspiés fatal, pues mala suerte.

Iván Humanes Bespín: Nocilla Experience será el siguiente título a publicar en esta trilogía, ¿puede anticiparnos algo sobre su argumento?
Agustín Fernández Mallo: El tono y la poética son muy similares al de Nocilla Dream, sólo que la metáfora conductora en vez de ser los desiertos quizá es el río, las nieves, que vienen a ser otro desierto en inverso. Y el último, Nocilla Lab, no tiene nada que ver con los otros dos ni en contenidos ni en forma.

Reseña
Nocilla Dream
Agustín Fernández Mallo
Ed. Candaya, 2006

LA IDENTIDAD COMO TRÁNSITO
Nocilla Dream, la primera novela del poeta y físico Agustín Fernández Mallo (La Coruña 1967), es una novela especial ¿y por qué es especial? primero porque es uno de los pocos intentos serios en la narrativa española actual de integrar otros géneros y otras disciplinas no necesariamente literarias, lo cual, según el mismo autor ha declarado en alguna ocasión, vienen realizando ya con cierta naturalidad otras artes como la pintura, el cine o la música. Y segundo porque esta novela, planteada posiblemente con la intención de reivindicar o de reinventar algunos postulados de la posmodernidad, (fragmentación del discurso narrativo, intertextualidad, ironía, preponderancia de las interpretaciones frente a los hechos, etc.) tiene mucho que ver con la poesía. Y es que al margen de su innegable capacidad de sugerencia lírica, Fernández Mallo despliega un mosaico de personajes que se desplazan ante símbolos y objetos simbólicos (un árbol en el que cuelgan miles de zapatos, un gigantesco laberinto subterráneo, la cabina de un avión en tierra, una improbable estatua de Borges) de una manera parecida a como las curvas de un fractal construyen una longitud infinita con una superficie finita. Esta metáfora es a su vez utilizada con acierto en el transcurso de la narración y define muy bien el resultado final.
El lisérgico título de la novela, cuya elección personalmente me resulta un auténtico misterio, remite al parecer a una canción de Siniestro total (y tal vez al recuerdo de un anuncio en el UHF de los perdidos 70), y apunta a la mezcla de un elemento familiar o incluso cotidiano -como es la conocida crema de cacao- con la vocación sofisticada y ambiciosa que alienta el libro.
El argumento (por llamarlo de alguna manera, dado que el autor evade las reglas de narratividad al uso) se desarrolla en su mayor parte en las enormes planicies cuasi-vacías de algunos estados de Norteamérica: Nevada, Oklahoma, Texas, sitios desocupados, espacios donde en invierno impera el viento y la línea recta y en verano la luz y los espejismos, en fin, no-lugares, por otro lado virtualmente semejantes a aquellos a los que cientos de millones de ciudadanos del mundo accedemos a diario: las electrónicas vísceras de los servidores de red del planeta, zonas donde la personalidad puede ser suplantada, la vida inventada, donde la máscara se convierte en el verdadero rostro.
Es por eso que sin dejar de ser un interesante tapiz de historias que pudiera abrir nuevos caminos desde el punto de vista formal, lo más importante de Nocilla Dream es su capacidad de epitomar el mundo que se nos ha avecinado sin que tal vez hayamos caído demasiado en la cuenta. Un mundo que no percibimos ya únicamente con nuestros sentidos inmediatos, ni siquiera en nuestra relación con los demás, si no que se nos ofrece como una posibilidad perpetua de transformación, y nos permite interactuar como si fuéramos otra persona e incluso sentirnos otra persona (sentimiento éste que tiene mucho que ver con la poesía) en entornos que cuestionan las barreras psicológicas del espacio-tiempo. Internet, los nodos de comunicaciones, los aeropuertos, las fronteras, los países inexistentes; lugares de paso, espacios donde se puede vivir pero a los que difícilmente llamaríamos hogar, desiertos en definitiva, acaso donde comienzan los mitos, o la poesía. La identidad como tránsito.

domingo, 12 de octubre de 2008

LA SOLEDAD EN "CIEN AÑOS DE SOLEDAD"

Buscando entre muchas cosas, elementos de mayor interés dentro de la novela más relevante de Gabriel García Márquez , logré condensar mi atención en tan singular arquetipo como lo es "la soledad:" aquello que inconscientemente persivimos como ausencia (¿de que?) ,que aveces logra tomar mayor claridad con el aparecimiento figurado de la muerte y que se materializa en las diversas manifestaciones metalepsicas de quien transita sus veredas.
Generalmente cuando trazamos espontáneos recuerdos de las visibles lineas de tinta de esta maravillosa obra de las letras hispánicas, comúnmente resaltamos la genilidad del autor para jugar con una genealogía , con un conjunto extraordinario de personajes , con una serie de eventos fantasiosos dentro de la cotidianidad( situación que para los personajes no es normal), así mismo una exageración del entorno y claro, el contenido histórico de Colombia que no se desliga en nada que el del resto de nuestra sufrida comarca ( guerras civiles, matanzas en campos bananeros, etc...) . Es necesario,sin embargo, detenernos en la soledad como gen supremo de la obra y señalar como primer punto que todos los personajes están predestinados a padecer de ella: José Arcadio Buendia ( quien muere solo , atado a un árbol), Ursula( quien ve pasar la soledad en la ceguera de su vejez),Amaranta (quien permanece y muere soltera y virgen), gerineldo Marquez(quien espera una pensión que nunca llega al igual que el amor de Amaranta);Esto solo por dar un ejemplo de quienes en la novela se asfixian en una atmósfera de soledad y abandono .
La actitud colectiva de Macondo, pueblo que al igual que una subdesarrollada latinoamerica sueña con la modernidad, eso si, a costillas de los inventos exportados por gitanos que llegaban al sitio, no logra adquirir un sentido propio; podemos exaltar a partir de esto una ausencia de ideas y de claridad futurista en los habitantes del lugar, siendo su forma de ver el futuro los supuestos avances materiales que según ellos revolucionarían el pueblo; en un mismo sentido la falta de independencia en cada personaje cuya existencia inmediata es presa de algún traspié que se comete y que encadena a tal grado que aparece y reaparece una cierta resignación al abandono y una auto condena de por vida; sólo por dar un ejemplo creo que es factible mencionar a Remedios "meme" Buendia, quien decide exiliarse después de dejar liciado de por vida a Mauricio Babilonia ,y se sumerge en un eterno silencio.
El incesto es también muestra de la soledad que invadía a los Buendia, pues todos nacen a raiz de la unión entre familiares, quienes transmiten y arrastran de una u otra forma esa cadena de nostalgias y miedos, la cual expone como factor casi que hereditario en los Buendia: "la soledad" (podemos persivir esto cuando pilar ternera,quien predice las cartas,al entrar un buendia exclama: " no tengo que leer las cartas para saber cual es el problema de un Buendia: "la soledad" .") otro factor de gran interés en la novela es el papel del amor dentro de la obra y la manera en que la soledad y la tragedia interviene en este, podemos observar que cada individuo dentro de la obra desata luchas por concebirlo, pero la trama trágica de cada personaje termina por quebrantar convirtiendo al amor en aquello que aparece y desaparece al igual que el motriz acto de abrir y cerrar de ojos; la tortura que conlleva el desamor es sin embargo lenta.( el único Buendia que fue concebido por amor se lo comieron las hormigas).

Pero es a mi parecer que la soledad se sobre expresa en la obra cuando el coronel Aureliano Buendia quien se marcha a la guerra por una menguada capacidad para expresar el amor dejando varios hijos dispersos, traza una linea a su alrededor para que nadie se le acerque; esto después de firmar la paz. Tal acto encierra un desbordante carácter simbólico, puesto que la linea expresa de forma materializada un desapego hacia el entorno y hacia los demás, generando su propia atmósfera de inquebrantable soledad, esto dentro de otra que también envuelve a todo un pueblo y en general a los Buendia; ese desapego y el acto de trazar una linea que lo separe del resto crea en los personajes una actitud de espectativa y duda en cuanto al coronel, siendo esto ultimo, características intimas de la soledad; es por eso que este singular personaje encarna esta figura de una manera especifica y relevante. A partir de este ejercicio tál vez conciente por parte de Aureliano Buendia, la novela adquiere otro matíz : El de una soledad generalizada y común que toma mayor forma y densidad.

El suicidio, el amor, el desamor, la traición, la añorada libertad, la deseada modernidad, la intuición a la tragedia y entre otras cosas ; son parte de la polimorfa temática secundaria de esta espectacular novela , la cual propone a la soledad como elemento principal de la obra, la que nos dice que nacimos y moriremos solos.